El abuso sexual no se calla.
H ay tres historias que nunca he contado. Historias que ninguna relación tienen la una entre la otra y que han afectado y marcado mi vida de manera inimaginable. Por años me las he reservado y, desde hace apenas unos meses, he decidido compartirlas con las personas más cercanas. Fue el miedo, la vergüenza y el sentimiento de culpa lo que me llevó a callar por nueve años esta primera historia. Fue la inmadurez y la falta de confianza en mí mismo. No fue sino hasta hace relativamente poco que mi mente fue capaz de recordar absolutamente todo, cada palabra, cada segundo. Era consciente de lo que había sucedido, pero inconscientemente olvidé los detalles y decidí enterrar los recuerdos pensando que estaban superados; la realidad era otra. Casi diez años atrás me encontraba en una etapa de la vida en la que la fiesta y el alcohol eran recurrentes. A mis veintiuno me la pasaba de antro cada fin de semana ahogado de borracho y besándome con el primer vato que me gustara; la fama de