Ya sabes que vas a morir.




Siempre me han gustado los finales. Cuando era niño, cada que veía una película me imaginaba cuál sería el final y a veces hasta me saltaba la trama completa para conocer el desenlace, todavía lo hago en algunas ocasiones. Lo mismo pasa con los libros, los amores y la vida. De hecho mi proceso de escritura se basa enteramente en empezar sabiendo cómo va a terminar la historia. ¿Acaso no sucede lo mismo con nuestra existencia?
Nadie, absolutamente nadie, puede negar que sabe a la perfección cómo terminará su historia. Al final va a morir. ¿O me equivoco?, a menos que alguno de ustedes haya encontrado el secreto para lograr la inmortalidad en esta vida ninguno se salva del mismo destino que nos aguarda a todos. El final es lo único que todo ser viviente en esta tierra tiene seguro; excepto los Tardígrados, esos pueden sobrevivir a lo que sea, pero dejando a los llamados Osos de Agua de lado la realidad es que absolutamente todos vamos a morir.
Entonces, si ya sabemos cómo acaba nuestra aventura, ¿por qué nos causa tanto estrés enfrentarnos al término de ciertas etapas de la vida? Los finales me han resultado fascinantes no porque la trama sea irrelevante sino todo lo contrario, porque es precisamente la trama lo único que está en nuestro poder escribir, modificar o iniciar de nuevo.

“¡Qué rápido se fue el año!”, repetimos y escuchamos una y otra vez al acercarse estas fechas como si se tratara de una frase obligada que entra en vigor cuando nos alcanza el mes de Octubre. “El próximo año sí me aplico”, “En Enero me inscribo al gym”, “Ya que se acabe Diciembre para empezar una nueva etapa”, ¿cuántos hemos caído en el tremendo error de pensar de esta manera? Nos emocionan los finales porque la excitación de nuevos comienzos nos invade, pero la cruda verdad para muchos es que no importa cuántas veces tengan la oportunidad de comenzar de cero, porque siempre encontrarán una excusa para olvidarse del nudo de su propia historia.
Queremos tener un mejor cuerpo pero somos inconstantes con el ejercicio y la alimentación. Deseamos un nuevo trabajo pero el miedo al cambio nos hace estancarnos en el mismo lugar que nos hace infelices. Anhelamos encontrar el amor pero seguimos jugando con los sentimientos de otros, nos encerramos todos los fines de semana en casa a ver Netflix o nos negamos a cambiar actitudes y costumbres que no hacen más que alejar a las personas. ¿Te suena?
Siempre me han gustado los finales, pero si hubiera podido viajar al futuro al inicio de este 2017 y ver cómo terminaría mi año no lo habría creído, aunque en realidad no habría diferencia alguna en cómo lo termino porque al conocer el resultado habría trabajado por ello, como estoy seguro de que tampoco la habría si cualquiera de ustedes tuviera el poder de hacer lo mismo. Y es que no se trata del final, sino de cómo llegamos a él.
Ya sabes que vas a morir. Quizá pienses que falta mucho para ello o a lo mejor ahorita te estás enfrentando a alguna enfermedad que te tiene pendiendo de un hilo y creas que el momento podría estar cerca, pero lo cierto es que bien podrías morir esta noche saliendo de la fiesta, mañana en un accidente, a causa de un asalto en un par de meses o de un infarto dentro de 20 años. Algunos, tal vez los más afortunados, encontrarán su final mientras duermen durante la vejez, pero todos dejaremos este mundo en el momento exacto en el que estamos destinados a hacerlo. Incluso los suicidas encuentran la muerte cuando les toca.
Ya sabes que vas a morir, y aún así no estás viviendo. Todos conocemos el final y a pesar de ello muchos dejan la trama en manos de otros autores, de otras voces, de otras tintas. Todos sabemos que un día no estaremos aquí pero le damos el poder a otros de manejar a su antojo el hoy, este presente en el que todavía estamos vivos y podemos seguir escribiendo. No se trata del final, todo es acerca de la trama.
Se acaba el año y lo tomamos como el último chance de hacer pendejadas, de ponernos hasta el huevo, de tragar como cerdos o de faltar a nuestras promesas. Lo tomamos como el final de una etapa y logramos mentirnos y engañarnos a nosotros mismos con la absurda idea de que dentro de unas horas, cuando el reloj marque la medianoche dando inicio al 2018 algo habrá cambiado mágicamente. Nada cambiará porque tú seguirás siendo el mismo, siento mucho romperte la ilusión.
Lo que me recuerda a otra frase que me causa escozor cada que la escucho, el famoso “Nunca cambies”, ¿por qué le desearías algo tan mediocre a alguien? ¡Es lo opuesto! ¡Cambia! Cambia y reinvéntate, mejórate, escucha nuevas opiniones y descubre diferentes formas de pensar, lee, infórmate más. No importa de qué, pero infórmate más de algo que te guste y continúa haciéndolo. Cambia hábitos y rutinas, cambia de aires y haz nuevos amigos, crece. Cuando se trata de crecer el humano es como el cangrejo hermitaño, necesita un espacio más grande y un ambiente más cómodo para poder hacerlo, así que trabaja, busca y analiza meticulosamente nuevas y más grandes conchas hasta encontrar una que le ajuste perfectamente.
Sé tú pero cambia y cambia hoy. Escribe la trama de una historia que sólo tú puedes escribir, no tu novio, no tu esposa, no tus padres, tus hijos o tus jefes. Dedícate a mejorar la trama de tu vida, a ser el autor de tus propias experiencias y aventuras, a dejar de poner pretextos y postergar cambios, a renunciar a esos pequeños chances de placer por un placer completo, uno que no te haga sentir culpa o remordimiento. Toma la narrativa en tus manos y escribe recordando que en tu historia tú eres el protagonista, pero que a veces algunos protagonistas son también sus propios villanos.
Siempre me han gustado los finales porque la verdad es que es la parte menos importante. Nadie disfruta el final de una canción tanto como disfruta el coro, las películas muchas veces pueden tener finales predecibles pero lo impactante es la trama, al estudiar una pintura no se habla del trabajo final sino de la técnica que se le aplicó a la obra, y al final de nuestras vidas con el tiempo no será relevante cuándo ni la manera en la que morimos sino la forma en la que vivimos. ¿O acaso la mayoría recuerda el 2016 por lo que estaba haciendo a las 11:59:59 del 31 de Diciembre? No, lo recordamos por los 365 días, no sólo por un segundo.
Se termina un año y no te deseo que el que viene sea mejor. Que seas mejor hoy, que consigas lograr metas hoy, que te enamores hoy, que seas feliz hoy para que una vez que lo hagas puedas continuar cambiando y mejorando tu historia, pero no mañana ni el año siguiente, te deseo que todo lo chingón que esté destinado a pasar en tu vida trabajes para empezar a conseguirlo hoy.
Ya sabes que vas a morir. Abre los ojos, hoy estás viviendo.

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