Solteros: Aprendiendo a estar de nuevo en una relación.



 Habemos los que queremos ser solteros para aprender a estar solos, pero lo hacemos tan bien que ahora necesitamos aprender de nuevo a estar con alguien más…

Y bueno, es que todavía hasta hace no mucho tiempo yo pertenecía al club de los dependientes. Ese tipo de persona necesitada de compañía y atención (no tanto de amor). De esos que apenas terminaba una relación y ya se estaba metiendo en otra. Vamos, de los que no quería ni sabía cómo estar solo. Quizá en este momento no te des cuenta de que probablemente también sea tu caso, porque si algo es cierto es que negamos hasta el cansancio nuestro temor a la soledad. Pero pon mucha atención.

A veces nos encontramos tan clavados en la búsqueda del amor que terminamos estando con alguien sólo por estar, sin sentir eso que nos pone la piel de gallina, que nos hace temblar y nos roba el sueño. Es en esas veces en las que además de perder tu tiempo, empiezas a perderte a ti mismo. ¿Por qué? Porque se nos empieza a hacer tan fácil compartir nuestra vida con cualquier persona; inclusive cuando en realidad sólo estamos compartiendo una pequeña parte. Porque sabemos que ese alguien no es un “para siempre”, sino un “por mientras”.

Saltamos de relación en relación a veces sin siquiera darnos el tiempo de conocer bien a la otra o el otro, ¿y qué importa? Si al final lo único que nos interesa es seguir acompañados, tener quien nos escriba todos los días, con quien salir, con quien dormir o con quien coger. Y lo más triste de todo es que la realidad es otra, porque no necesitamos a alguien con quien hacer todo eso, lo que necesitamos es a alguien que llene un hueco que nosotros no podemos llenar. Ese hueco que únicamente indica que no sabes, no quieres, y no has aprendido a estar contigo mismo.

Total que te das cuenta. ¡Qué chingón! No hay nada como abrir tu mente, aceptar tus defectos y ver claramente todo eso que haces que no te trae ningún beneficio. Te agarras los huevos (o los ovarios) y te decides a estar solo, a conocerte, a aceptarte completamente como eres. Y a quererte. Pero este proceso no es fácil, a algunos les puede llevar años y aún así no ver ningún avance, siguen sumidos en un círculo nocivo y vicioso de comportamientos e ideologías estúpidas y banales.

Pero existen otros, esos que sí logran entender cómo es que funcionan las relaciones. Aquellos que con las experiencias, los trancazos y las caídas aprendieron que para que una relación funcione, lo primero es sentirse bien con uno mismo. Y ojo, que muchos pueden jurar que lo hacen, que se quieren y se aceptan tal cual, pero por dentro son la misma persona insegura de siempre. ¿Hasta cuándo puede alguien permitirse dejar de vivir en una falsedad que al único que afecta es a ti mismo?

Y entonces la magia sucede. Llegas a un punto de tu vida en el que te conoces perfectamente, sabes quién eres, qué es lo que quieres y lo que puedes o no aceptar de una posible pareja. Disfrutas pasar tiempo contigo, salir a caminar, a comer, o hasta ir al cine solo. Y todos esos momentos son valiosos porque los estás invirtiendo en ti, porque tu felicidad ya no se basa en hacer esas cosas con alguien. Pero lo más importante, porque ya aprendiste a no temer estar solo.

Luego te das cuenta de que la soledad no es eterna. Todos, y digo TODOS tenemos las mismas posibilidades de conocer a alguien que nos mueva el tapete otra vez, alguien con quien salir, compartir nuestro tiempo y que nos hace sentir especiales, ese alguien que sin siquiera saberlo tiene una tarea en extremo complicada, que es el lograr que decidas estar otra vez en pareja, porque ya estás tan acostumbrado a estar solo, que no estás seguro de querer cambiar esa libertad por el romance.

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo encontrar un punto intermedio? ¿Será que estamos tan acostumbrados a ver las cosas de un extremo a otro que cada vez nos es más difícil ver que entre el blanco y el negro hay una paleta entera de colores diferentes? Aprendimos TAN bien a estar solos que ahora necesitamos aprender de nuevo a compartir nuestra intimidad con otro. Y por intimidad no me refiero sólo a la cama o al sexo, no. Porque seamos honestos, quizá eso es de lo más sencillo para muchos.

Lo difícil está en aprender de nuevo a compartir tu tiempo, ese tiempo que antes ocupabas sólo en ti. En tener que respetar sus gustos, sus manías, en soportar que sea de los que no escribe nunca o que esté pendiente de ti TODO EL DÍA. ¿Y qué si de repente intenta cambiarte? Te pide que te vistas diferente “porque le gustas más así”, que le bajes a la fiesta, al alcohol, que dejes de fumar o que le dediques menos tiempo a tus amigos o actividades por pasarlo juntos. ¿Ven hacia dónde va dirigido mi argumento?

Nos costó tanto trabajo llegar a este punto de aceptación y comodidad con nosotros mismos. Le sufrimos, pero al final tenemos una confianza que no muchos logran, esa misma confianza que un simple “¿por qué no te cortas el cabello?” es amenazada por un ente que si bien puede gustarnos en extremo, no es parte de nosotros. Tiene su propio cuerpo, sus propios gustos e ideas. Y aunque es cierto que una relación se basa en compartir y respetar, también se basa en aceptar al otro tal y como te aceptas a ti mismo, como realmente es.

¿Entonces, estamos jodidos? ¿No podremos mantener de nuevo una relación porque ya no sabemos cómo comportarnos en un noviazgo? ¡Nah! Aquí volvemos a un tópico que ya he tratado en infinidad de ocasiones, ese que por más cliché, no deja de ser verdadero. Y es que cuando llega alguien con un nivel de madurez, confianza y amor por sí mismo igual al tuyo, las cosas se ponen mucho más sencillas.

Quizá aunque sepas estar contigo mismo ya tengas ganas de una relación, de encontrar un cómplice, un mejor amigo que también sea una pareja. Pero no caigas de nuevo en errores del pasado, en elegir estar con alguien sólo por estar. Ahora que sabes lo que eres y lo que ofreces, no inviertas tu tiempo con una persona que no sientas que está en la misma sintonía que tú, porque puede que tarde en llegar, o puede que nunca llegue, y aunque suena deprimente es cierto.

¿Y qué si nunca llega? ¿Y qué si me quedo solo? No lo sé, lo que sí sé es que una vez que te conoces bien a ti mismo, no existe la opción de cambiar por nadie más, de volver a pretender que te gusta el soccer sólo por tener cosas en común, de cambiar tu vestimenta por gustarle a alguien o de modificar tus ideales sólo para lograr que esa persona quiera estar a tu lado. Total, si no existe alguien que te acepte y ame tal y como eres, tienes el GRAN beneficio de saber ahora que no eres una media naranja, sino una pinche naranja completa. Y que no importa si el único amor que recibes viene de ti mismo, porque ese amor es el más valioso de todos, y no se compara con el que te pueda ofrecer nadie más.


Sí, es frustrante saber que las personas le temen a alguien libre, que les cuesta salir con un hombre o mujer independiente, pero es más frustrante que confundan libertad con egoísmo sin darse cuenta de que no se trata de un egoísmo narcisista, sino de una libertad individual que va más allá de los estándares que día a día se nos imponen. Porque nos enseñaron que vivir en pareja es la finalidad del ser humano, pero olvidaron enseñarnos que antes de poner como prioridad a otro, tienes que ponerte a ti mismo. 

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