Repitiendo Patrones: No es bueno clavarse con personas nocivas.

Quienes me conocen saben que tengo un amplio historial de relaciones  fallidas, y quienes no, seguramente ya se habrán dado cuenta por la temática de la mayoría de las publicaciones que se hacen en este blog. Pues bueno, después de 10 años de irla regando una y otra vez, últimamente me he estado preguntando a qué se debe que al día de hoy ninguno de mis noviazgos haya durado más de un año.

Hagan cuentas, si ninguna de mis relaciones ha pasado los 12 meses, en 10 años imagínense cuántas personas han desfilado ya por la pasarela, y debo decir que ahora entiendo un poco mejor qué es lo que no ha funcionado. La respuesta es simple: yo, como muchos de ustedes, sigo repitiendo el mismo patrón cuando se trata de buscar una pareja, y lo peor del caso es que no es algo bueno, sino todo lo contrario. Siempre me termino fijando en personas nocivas.

¿Y qué entendemos por nocivo? Vayamos detallando poco a poco cómo es que se llega a ese tipo de conclusión. Sí, es por demás sabido que muchos de nosotros somos tan pendejos que sentimos atracción por las personas que van por la vida con un “No te enamores de mí” pegado en la frente. Esas que desde un principio sabes que es un desmadre emocional y que si logras traspasar sus barreras serías digno de todo tipo de premiaciones a nivel mundial. Nos atrae el reto, el pensar que podemos derretir cualquier témpano de hielo si se nos permite tratar aunque sea un poco. Gran error.

El rol de “salvadores” es uno de los peores que podemos adoptar, y es que aunque muchas veces lo hagamos inconscientemente, siempre, SIEMPRE vamos a terminar dando la vuelta y regresando por el mismo lugar por el que llegamos. ¿Será que somos masoquistas? No se trata de que nos encante sufrir y que nos hagan pedazos a cada oportunidad, pues si tampoco somos tan imbéciles como para ir pidiéndolo a gritos. Entonces, ¿qué es lo que sucede?

En mi caso puedo decir que la mayoría de personas con las que he salido siempre ha venido con la etiqueta “Este producto es nocivo para la salud”, y aún así he decidido meter las cuatro y averiguar por mí mismo si es verdad o no. Nadie experimenta en cabeza ajena, diría mi madre. Así, con el paso de los años te vas acostumbrando a salir con gente que: está indispuesta emocionalmente, no te dedica el suficiente tiempo, no busca una relación seria, sólo está buscando un sex-friend, tiene otras prioridades más allá del amor, o no está dispuesta a dejar tan fácil su tan preciada soltería.

Cuando uno está empezando a conocer a alguien es normal que divague y se ilusione con la idea de lograr algo juntos. Más aún si la otra persona demuestra estar en el mismo nivel que tú y es ahí cuando empiezas a pensar que esta podría ser la buena. ¿Y qué pasa después? Sucede que te vas dando cuenta de que existen cosas que no te laten tanto, pero te preguntas si es que podrías soportarlas con tal de estar con él o ella. ¿Hasta dónde podemos llegar por alguien que nos gusta? Nos probamos a nosotros mismos pensando que quizá no es tan malo que vaya de antro 3 veces por semana, que no tenga un trabajo estable o que le caiga mal a tus amigos. Creemos que con el tiempo podría cambiar e irse adecuando a nosotros y nosotros a él. ¿Estoy en lo correcto?

El punto débil de este tipo de conductas radica en que una persona nociva es la que efectivamente trata de cambiarte. ¿No que te gustaba todo? Cuando alguien realmente quiere estar contigo no va a intentar cambiar algo de ti, por más que esté en desacuerdo con ello. La persona “ideal” es aquella que acepta tus errores, personalidad, conductas y comportamientos, y más allá aún, la que respeta por completo todo lo anterior aunque eso implique aceptar que no son tan compatibles.

¡Qué hueva sería estar siempre en la misma sintonía! Las mejores relaciones son aquellas en las que a pesar de las diferencias, logran una conexión a veces inexplicable. ¿Cuántos hemos conocido ese tipo de parejas que no entendemos qué chingados es lo que hacen juntos? Sus gustos son opuestos, igual y hasta el físico también, personalidades o carreras profesionales, y aún así son felices dejándonos a todos atónitos y pensando cuál será la clave de su éxito. Seguro cogen rico, es lo que usualmente podríamos deducir.

Repetir patrones de conducta es algo que hacemos inconscientemente. Nos quejamos de haber salido con un cabrón hijo de puta, y al poco tiempo ahí estamos de nuevo suspirando por alguien exactamente igual, pero lo excusamos tratando de enfocarnos en lo bueno y nos cegamos ante lo malo con la esperanza de que esta vez sí se den las cosas de forma positiva. Y así sucesivamente por los siglos de los siglos…

Buscamos incansablemente a nuestro igual sin siquiera abrirnos a la posibilidad de conocer a alguien diferente. ¿Qué tan malo podría ser descubrir que tu media naranja resulta ser una manzana? ¿No te has cansado ya de salir siempre con alguien que termina dejándote en la lona? Y cero quejas, porque la realidad es que tú lo permitiste.

Basta de babear por el tipo rudo que a primera vista parece muy atractivo, por la femme fatale que se da aires de grandeza, ese tipo de personas son, en su mayoría, narcisistas que no ven más allá de ellos mismos. No, a pesar de que ninguna relación va a ser perfecta, las posibilidades de lograr el éxito con este tipo de personas son de una en un millón. Si vas a buscar, busca a aquél que respete tus opiniones, que no te juzgue, que te acepte como eres, ese que note pequeños detalles como un nuevo corte de pelo o te diga que te ves bien a pesar de que sigas en pijama. ¿Quién no preferiría a alguien que lo haga sentir que no hay nadie mejor en el mundo? Decídete a romper el patrón, a salir de lo habitual y explorar con personas diferentes. Total, si las cosas fallan de nuevo, al menos ahora sabrás que estás empezando a hacer un cambio. Y sino, nunca está de más preguntarse… ¿Y si soy yo el hijo de puta que es nocivo? Aguas.