Drama... A veces no basta con decir lo siento.
Pasaban las horas y seguía
esperando su llamada. Llevaba el día entero merodeando junto al teléfono
esperando escuchar algún ruido, una canción, algo, lo que fuera que me pudiera
ayudara a mantener la esperanza de que tarde o temprano volvería a escuchar su
voz.
¿Y si no llamaba? ¿Y si
había decidido que el de aquella tarde fuera el último de mis dramas? No lo
culparía. Habíamos discutido fuertemente gracias a todas mis inseguridades, a
mi estúpida costumbre tan arraigada de siempre buscarle tres pies al gato.
Durante años había evitado comportarme de esa manera y dejar que mi mente me
jugara malas pasadas haciéndome sospechar de ciertas situaciones sin razón
alguna, últimamente había pensado que esas escenas dramáticas estaban
superadas, pero al parecer me encontraba en un error.
¿Sabes qué es lo peor de
los errores? Que siempre otros los ven antes que tú. ¡Mierda! Si tan sólo
pudiera volver unas horas atrás y no haber pensado, juzgado y reclamado por
algo de lo que no estaba seguro, pero que manejé como si así fuera. Ahora heme
aquí, rompiéndome la cabeza y buscando la manera de reparar el daño.
Caminé hacia la sala
tratando de tranquilizarme y me serví una copa de vino para aclarar mi mente y
despejarme un poco. Ahí, sentado casi en penumbras recordé todas aquellas
promesas que nos hicimos, pero más aún, recordé todas las promesas que yo le
hice. Esas mismas promesas que hoy estaba incumpliendo. ¿Cómo es que un día
puedes asegurar que jamás harás nada para dañar a la persona que quieres y
después, inconscientemente terminas cayendo en el agujero que tú mismo cavaste?
Todavía no lo entiendo.
De una cosa estaba seguro.
Quería a mi novio con toda mi alma, y sentirlo tan distante me iba encogiendo
el corazón cada vez un poco más. Necesitaba su sonrisa, sus abrazos, sus besos
infantiles y caricias apasionadas, lo necesitaba de la misma manera que el
primer día que decidimos iniciar una nueva etapa de nuestras vidas juntos.
No te voy a mentir, soy un
tipo bastante complicado. Por años he luchado contra el drama que inunda todo
mi ser, contra esa intensidad y esas malditas ganas de controlarlo todo, contra
la terquedad, la maldad y ese querer siempre tener la razón. ¿Será que puedas
identificarte un poco conmigo? Probablemente, o quizá pienses que estoy loco,
pero dentro de toda esta locura hay un gran amor que lucha por salir y ser
valorado.
Salí hacia el balcón para
tomar un poco de aire, nuevamente estaba dejando que mi cabeza empezara a crear
historias, a joderme la existencia y hacer que mis sentimientos se vieran
afectados por sus estúpidas conjeturas. ¿Y si pasan días y aún así no llama? La
oscuridad de la noche no ayudaba para nada a mi inexistente paz mental,
necesitaba una señal de que a pesar de todo él seguía queriendo estar conmigo,
de que no importaba un error cuando teníamos tantos momentos maravillosos que
valían más que una tarde discutiendo.
Fuck! Me prometí a mí mismo
que esto no pasaría de nuevo, que no permitiría que mis experiencias amorosas
del pasado afectaran mi increíble relación, una en la que el hombre que está a
mi lado confía en mí, me quiere, me valora y despierta todos los días con una
sonrisa por el simple hecho de estar conmigo… O lo hacía hasta hace unas horas.
¿Será que en este momento ya ve que no soy tan perfecto como pensaba? Por años
había evadido el drama, a esos tipos inseguros que lo único que hacen es echar
a perder una relación gracias a sus intensidades.
¿Acaso es regla de oro que
cuando todo parece estar bien, uno tiene que hacer algo para echar a perder las
cosas? Ese soy yo en este momento.
Tomé mi celular para
revisar una vez más si había algún mensaje suyo, nada. La pantalla seguía sólo
mostrando la hora recordándome otra vez que los errores se pagan caros. ¿Me
estaré castigando demasiado? No habían pasado ni 12 horas desde nuestra
discusión, era más que obvio que los dos necesitábamos un tiempo para pensar
las cosas, él en cómo lidiar con mis actitudes y dejar pasar su coraje, y yo en
cómo trabajar en ellas para que no volviera a ocurrir.
Me sentí un poco mejor al
pensar en eso. Una vez más estaba intenseando esperando que llamara cuando yo
quería que lo hiciera, que adivinara mis pensamientos y se apareciera en la
puerta de mi casa con su hermosa sonrisa de vuelta. Otra vez yo queriendo
controlarlo todo.
Ya más tranquilo, dejé mi
celular en la sala y me fui a la habitación a tratar de conciliar el sueño,
poniendo la situación en manos del universo y simplemente esperando que todo se
resolviera de la mejor manera posible. Nuevamente estaba desconfiando de mí, de
lo que soy, de lo que valgo y sí, yo mismo estaba desconfiando de toda la
cantidad de momentos increíbles que pasábamos juntos, dudando de que las miles
de risas que compartíamos pudieran sacarnos a flote. No tardé ni diez minutos
en dormir, y esa noche dormí con una sonrisa.
Quizá no había encontrado
la solución, pero mi mente estaba en paz y mi corazón enamorado, y aunque a
veces no basta con decir lo siento,
sabía que era suficiente con demostrarlo; y nada mejor que empezar por estar
tranquilo y seguro de uno mismo. Al final, nada es más atractivo y hace más
feliz, que estar al lado de un hombre que no necesita de dramas y discusiones,
porque antes que confiar en ti, confía en él y en lo que vale primero él solo,
y después en el gran valor adquirido que le da el estar contigo.
Como siempre, un blog perfecto roes.
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