Cuando dejé de buscar a alguien que me hiciera feliz...



Bitácora emocional: 4 años, 14 sujetos diferentes, un corazón cansado y un cerebro lleno de preguntas. ¿Será que alguna vez nos cansaremos de repetir la misma rutina una y otra vez para encontrar a ese que llaman “el indicado”? Tan sólo es una de ellas, pero es, quizá, la pregunta que más ha dado vueltas por mi cabeza en los últimos meses.

Wow, ¿también a ustedes les suena un poco excesivo el número 14? 14 caras distintas, 14 mentes, 14 formas diferentes de hacer una caricia. 14 intentos fallidos para encontrar el amor. Incluso cuando en mi mente sigo repitiéndome a mí mismo que no lo he estado buscando. La realidad es que hoy empiezo a cuestionarme si es esa una idea que yo he tratado de plantar en mi mente o si en verdad voy por la vida únicamente fluyendo y conociendo sin esperar nada.

Es en este punto en donde aclaro que esos 14 individuos son aquellos con los que salí en varias ocasiones. Más allá del momento o de la calentura, aquellos con los que compartí emociones, experiencias y un par de sentimientos. Si haces cuentas, en 4 años salí con un promedio de tres tipos por año, lo que significa que la gran mayoría no duraron ni 4 meses siendo parte de mi vida. 4 meses…

¿Será que ya no estamos hechos para poder involucrarnos más allá? ¿Por qué conforme avanza el tiempo; dejando a un lado la madurez que uno pueda tener a sus casi 30 y hablando de la transformación de las relaciones en la actualidad, nos cuesta mucho más trabajo establecer una conexión con alguien? Me queda claro que no a todos nos pasa. Pero esos que sí nos identificamos, ¿hasta cuándo vamos a seguir esperando que el siguiente sea aquél que se vaya a quedar para siempre? Eso sin pensar en que; como bien lo dijo el Gato de Alicia, para siempre puede durar solo un instante.

Temo el día en que me vuelva un autómata sentimental. En el que salga y conozca gente simplemente por el hecho de relacionarme y de intentar encontrar lo que todos dicen que necesitamos como parte de nuestras vidas. Me da miedo llegar a pensar en el amor como una necesidad más que como un complemento y caer en el desagradable error de estar con alguien únicamente por no sentirme solo.

No, esos 14 no me dejaron solo, ebrio y devastado. Para ser justos habría que decir que una tercera parte de ellos decidió no seguir conmigo, con otra tercera parte fue lo opuesto y con la restante se dio de manera natural, ninguno de los dos siguió buscando al otro. Buscando… Probablemente también tú odies la pregunta “¿qué buscas?” tan comúnmente usada en las aplicaciones de encuentro, pero no la odiamos por ser trillada, sino porque ni siquiera nosotros sabemos qué es lo que buscamos. No importa si aplica sólo para ese momento o a futuro, la realidad es que nos cuesta siquiera pensar en qué es lo que queremos cuando se trata de relacionarnos con otro ser humano.

4 años soltero y los 30 a la vuelta de la esquina, y más allá de sentirme presionado me siento un poco harto. Harto de que la soledad sea mal vista, de que a los solteros se nos juzgue como incompletos, harto de que los mismos solteros a veces nos aferremos tanto a la idea de dejar de serlo.

Siempre lo he dicho, la verdad es que soy un romántico empedernido. Soy de esos que al ver a sus abuelos cumplir 65 años de casados sigue creyendo que el amor puede mantenerse vivo a través del tiempo, de esos que sabe que si encuentra a alguien que valga la pena cuidar, lo va a cuidar y a hacer reír hasta el cansancio. Soy de esos que todavía da y se entrega por el puro placer de experimentarlo, que se permite sentir y fracasar tantas veces sea necesario. Pero hasta el más romántico se harta y necesita un descanso.

Hace medio año que no salgo con nadie, que la emoción no va más allá de un par de semanas, que acepté que eso del amor; al igual que la muerte, no es algo que esté en nuestras manos controlar. Podríamos forzarlo, sí, pero entonces no estaría cumpliendo con su objetivo, y así no estaríamos permitiéndonos experimentar las cosas en su momento adecuado.

No importa si quieres seguir buscando o fluyendo, no importa si tu número 14 aumenta a 26 o si pierdes la cuenta. Lo que importa es que no hagas alarde del éxito ni te claves con un fracaso, que en cada experiencia te permitas tanto experimentar y sentir como soltar, que aunque vayas a repetir la misma rutina del interrogatorio en las citas, de conocer y acostumbrarte a nuevas manías o repetir patrones con algunas ya familiares, lo estás haciendo porque ya estás contento contigo mismo, porque te disfrutas solo, porque te conoces y reconoces que más allá de llegar para brindarte felicidad, el amor se vive para compartir esa felicidad entre dos almas que ya la experimentan de manera individual.


Hoy ya sé que no importa si encuentro el amor mañana, en 20 años o si nunca llega, porque en el último de los casos ya empiezo a amarme a mí mismo, y en los otros casos sé que el día que suceda no será porque quiera que alguien me haga feliz, sino porque quiera que esa persona comparta su felicidad conmigo. 

Comments

  1. No encuentro el acomodo de semejante rompecabezas de sentimientos, recuerdos, sensaciones, emociones,satisfacciones,desventuras, raspones, hazañas; y en este texto los introduzco y obtengo un delicioso destilado de identidad. Muchas gracias Juan Carlos.

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  2. Lo amé, así deberían de empezar a pensar todos, ya que en estos tiempos el concepto de "amor" ya esta muy desgastado.

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