¡Valórate, carajo!



Existe una frase por ahí que dice que “Las personas celebrarán tus éxitos, hasta que ese éxito sobrepase el de ellos”, o algo así. Últimamente esa frase (como sea que se escriba en realidad) ha hecho mucho eco en mi mente. Y se debe principalmente a la interacción que he visto en redes sociales cuando alguien presume sus éxitos.

Lo hemos hecho desde siempre y me queda claro. Si algo han venido a aportar las redes a la envidia y la mala vibra es únicamente el explotar todo a su máxima potencia, porque así como lo hace con la bondad, también lo hace con el coraje y el odio.

Les voy a dar varios ejemplos. Hace unos días una de mis amigas recibió 20 docenas de rosas después de su primera cita con un tipo, le tomé una foto y subí la imagen a Facebook. Muchos comentarios fueron positivos, pero también llegaron esos cargados con envidia “invisible” que aseguraban que esos detalles eran de “players” o que era “demasiado” - ¡¿quién carajos puede decidir si algo es demasiado para otra persona?! -. Que si se vio muy intenso, que si arruinó el sorprenderla más adelante cuando la relación ya esté avanzada, etc.

Hace tiempo uno de mis contactos en Facebook venció al cáncer. Si bien no documentó su lucha y la hizo pública, sí posteaba ocasionalmente sus avances y logros, hasta que un día por fin anunció que el cáncer se había ido. “¡Carajo, FELICIDADES! ¡Lo lograste, estás vivo!” fue lo primero que pensé, pero después me topé con personas diciendo que era de muy mal gusto hacer público ese tipo de situaciones, que trataba de ganar likes con su enfermedad para llamar la atención.

No hace mucho una de mis amigas se casó, y a pesar de que ella es la mujer más feliz del mundo, me encontré con que sus mismos “amigos” seguían debatiendo si su marido era o no el indicado para ella. Y ahí es en donde pienso: “bueno, si se casó con él es porque lo es, ¿no?”. El esposo no tiene por qué ser el indicado para los amigos o aprobado por ellos mientras sea ESA PERSONA para ella. ¿Acaso es tan difícil de entender?

No me iré tan lejos y, como siempre, hablaré desde mi experiencia personal. Mucho me ha tocado de envidia y mala vibra. Desde que si no merezco la chamba y las oportunidades laborales que tengo porque no cuento con un título universitario, que si algunos de mis exes son muy guapos para estar con alguien como yo, o hasta que vendería a mi madre por un poco de atención - sí, sé que tú, que lo tuiteaste me estás leyendo – y lo peor de todo es que en algunas ocasiones este tipo de comentarios han venido de personas que me conocen y a las que llegué a llamar “amigos”. Y así como a mí, estoy seguro de que le pasa a millones allá afuera.

¿Por qué lo hacemos? Y me cuento dentro del alto porcentaje que practica la envidia y el negativismo porque por mucho tiempo lo hice. ¿Por qué demeritamos los logros de otros simplemente porque, aunque no nos demos cuenta o lo neguemos, nos hace sentir menos? No es pedo de la otra persona si tu vato no es tan detallista como para jamás haberte mandado 20 docenas de rosas al trabajo; mucho menos después de la primera cita. Así como no es pedo del otro si tú lucras con tus problemas personales a cambio de likes. Definitivamente no es pedo de tus amigos si tu ligue/novio/esposo no es el indicado para ti. Y estoy seguro de que no es pedo de nadie si merezco o no lo que tengo o los weyes a los que me ligo mientras yo sepa lo que me ha costado lograr estar en donde estoy profesionalmente o la seguridad y autoestima que he tenido que trabajar para estar con tipos mil veces más guapos que yo y aún así mandarlos al carajo cuando son una mierda de persona.



¿Cuántos no hemos leído eso de “Eliminé a 12345678 amigos de Facebook, si estás leyendo esto siéntete afortunado de seguir siendo parte de mi lista”? ¡VERGA! Honestamente he leído mensajes de ese tipo decenas de veces en mi Home Page, y muchas veces de tipos a los que en mi vida les he dicho siquiera hola, dándome por entendido que eliminó a gente pero que yo seguía ahí a pesar de no saber ni su apellido verdadero. Porque estoy MUY seguro de que ese tal Julio no puede apellidarse Ciccone.
Hace casi 1 año decidí hacer eso, empezar a depurar a esos “amigos” que no aportaban nada, pero no de las redes sociales, sino de la vida real. Empecé a eliminar de mi vida a aquellos que siempre hacían comentarios negativos cuando les contaba de algún logro o meta cumplida, ya fuera tener una cita con mi crush o haber sido promovido en el trabajo. Saqué de mi entorno a esos que (aunque disfrazado de consejo) me “advertían sanamente” de lo malo de la situación por venir. Vamos, que hasta me cambié de departamento para alejarme del ambiente tan tóxico que me rodeaba. El punto es que estuvo en mí el dejar de ser partícipe de la minimización de otros, y definitivamente no estaba dispuesto a seguir minimizándome a mí mismo por temor a hacer sentir menos al otro.

Existe algo que me gusta llamar “ego positivo”. Ese que no daña a nadie, que te hace aceptar que eres un chingón en lo que haces, un buen hijo, buen trabajador, buen amigo, buen ciudadano y hasta un buen ser humano, y todo sin caer en la mamonería y el egocentrismo.  Y me gusta pensar que ese ego positivo es el que te saca adelante, el que a pesar de pesar 55 kilos te hace verte al espejo y aceptar que si le chingas bien puedes tener el cuerpo que te gustaría, aunque ya ames el que tienes. El que no te hace contarles a tus amigos que tienes el reto de traer a Michelle Obama a dar una conferencia a México porque quieres verte más importante y lucirte, sino porque aunque sabes que puedes hacerlo, te sigue emocionando y sorprendiendo el que una responsabilidad tan grande sea puesta sobre tus hombros - y sí, todavía me estoy cagando del nervio -. Es ese mismo ego el que te hace aceptarte, quererte y enorgullecerte tanto de lo que eres, desde el lado más humilde de tu ser, el que vale la pena alimentar para que te ayude a lograr más cosas buenas, que tarde o temprano te harán dejar de envidiar o ver el lado negativo de lo que están haciendo los otros.

Como homosexual me ha tocado experimentar en mayor proporción la negatividad y el que tiren mierda a todo lo que haces solamente por envidia. Y es que ya lo tomamos como normal. Claro, si ahora tiene ese cuerpo es porque seguramente se está metiendo algo ;  y muchas veces hablamos sin saber que ese wey se levanta diario a las 5 am para ir al gym y entrenar 2 horas antes de empezar su día laboral. Si anda con uno que nos parece “demasiado” nos quejamos y bulleamos (¿sí se escribe así?) hasta el cansancio, así sea inocentemente diciendo “Y una como Pedrito, SOLA”. ¿Acaso no va ahí implícito el decir que uno es mejor que el otro?



Pasa en redes sociales, pasa en la familia, pasa hasta entre los mismos amigos, pero pasa. Y como gays buscamos hipócritamente la aceptación y la libertad, cuando entre nosotros mismos seguimos poniéndonos barreras y emitiendo juicios. Obvio en la marcha vamos a ser positivos y hacer show “por nuestros derechos”, OBVIO vamos a salir a dar nuestra opinión cuando alguien amenaza con meterse con nuestro derecho al matrimonio, a la adopción, a besarse en público o lo que sea que nos competa. Pero lo que no es tan obvio públicamente y que nosotros sabemos y practicamos muy bien es que fuera de cámaras y de la pantalla social somos una mierda de personas. Disculpa si te golpeó fuerte mi comentario.

Entre nosotros, el afeminado es rechazado, la vestida o travesti da asco, el chacal te saca el dinero, la circuitera es a huevo drogadicta, el liberal es puto y el que no va a ENVY es naco. Basta con entrar a Grindr o cualquier otra app de ligue gay para toparte con el mascxmasc, no fem, musculoso busca similar, no gordos, no obvios, no pas, etc. Y es ahí en donde veo que nos excusamos en nuestros gustos personales para seguir alimentando la minimización. Vale, que a mí no me prenden los morenos porque me gusta ser el moreno de la relación o no me atraen los twinks o los osos, pero no por eso voy a escribir claramente que ni siquiera lo intenten porque no tienen una oportunidad conmigo. Y es que uno puede decir que no le atrae o gusta algo, pero nunca sabe en donde o con quien va a terminar. Ultimadamente, si un twink empieza a hablarme y me mueve por completo el mundo no lo voy a pensar dos veces para estar con él ya sea sexual o emocionalmente. A lo que voy: ¿Por qué vendernos con lo que no nos gusta en lugar de hacerlo con aquello que sí nos hace felices? Porque no es lo mismo leer “Me gustan los tipos atléticos, cultos, de gym, mayores de 30” que “Soy fan de hacer ejercicio, leer, conocer todo tipo de personas y pasarla bien”.

Hoy yo celebro los logros de mis amigos y me siento feliz por ellos. Ya sea que encontraron el depa de sus sueños, tienen un buen trabajo, cerraron un nuevo proyecto, pasaron una tarde de huevos con su madre o están saliendo con alguien nuevo. Celebro todos y cada uno de los momentos que les brindan felicidad porque su plenitud se me contagia y me hace sentirme más pleno, porque verlos y saberlos contentos me hace sentirme feliz, porque el que a otra persona le vaya bien es el resultado de sus acciones y de todo lo que tuvo que luchar para lograrlo. Sea mucho o poco para otros, para ellos tuvo un precio y eso es lo importante. Sí, tras depurar me quedé con un grupo muy selecto y pequeño de amigos, pero sé que son los que quiero y necesito a mi lado para seguirme ayudando a crecer.

¿Cuándo fue la última vez que te alegraste por alguien sin sentir su felicidad como una amenaza personal o sin sentir que tú lo merecías más? Creo que es tiempo de dejar el egocentrismo a un lado y practicar más ese ego positivo, el que sí te ayuda y te saca adelante, que te motiva y hace sentir que si los demás son felices tú también puedes serlo. Gay, straight o lo que seas, si de algo estoy seguro ahora es de que los logros del otro no son piedras en nuestro camino, sino grandes oportunidades para celebrar y motivarse uno mismo.

La próxima vez que quieras quejarte de los logros de otros en redes sociales (o incluso cuando felicitas hipócritamente para quedar bien), mejor piensa en lo que tú NO estás haciendo para alcanzar los tuyos que te hace querer opacar la felicidad del otro. Porque al final todos somos producto de nuestras acciones y decisiones. Y sí, hoy te estoy retando a actuar de la manera correcta. Porque la única manera correcta es que practiques ese ego positivo contigo mismo. Para que me entiendas, ¡VALÓRATE CARAJO!
  



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