No importa cuándo leas esto: Es tiempo de saber lo que quieres




“¿Crees que soy una persona sin metas?” Le pregunté a mi novio una noche, mientras ambos leíamos junto al otro en la cama. “No”, me respondió al instante y volvió a perder la vista en su ejemplar de Into The Wild de Jon Krakauer, yo, por mi parte, llevaba vario rato únicamente mirando las páginas, mientras mi mente divagaba lejos de la Aniquilación de Jeff VanderMeer; y no porque la historia no me estuviera atrapando, pero lo que en verdad atrapaba mis pensamientos eran las dudas que se empezaban a formar en mi cabeza. ¿Estoy haciendo lo que quiero con mi vida? ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Y qué si me animo y fallo? ¿Siquiera sé lo que en realidad quiero?

A todos nos pasa en cierta etapa (o en varias etapas) de la vida sin importar edad, sexo, nacionalidad o raza. La duda es, sin duda, un regalo tan importante como la responsabilidad que viene con él, por más sacado del guión de Spiderman que suene. Y es que si algo creo es que todos tenemos derecho a dudar y cuestionarlo todo, pero con el tiempo he aprendido que hacerlo implica no nada más abrir la boca y hacer drama cada que se nos pegue la gana. Si voy a cuestionar, lo hago con bases firmes, información y opiniones basadas también en la intuición, que por lo regular no falla. Hasta que se trata de cuestionarme a mí mismo y el método se va a la mierda. ¿Soy lo suficientemente bueno? Y si sí, ¿para qué?

No es lo mismo no saber qué quieres a los 18 que a los 32, menos a los 50. Y no es lo mismo porque aunque nunca es tarde para conocerse y descubrirlo, y por más que a veces cueste aceptarlo, el tiempo importa e importa mucho. Mis respetos para aquellos que desde muy chicos saben lo que quieren, se aferran a ello y trabajan para lograrlo desde edades tempranas, pero algunos de nosotros funcionamos de manera distinta, y otros tantos, además, nos autosaboteamos duro y sabroso. Pero una persona de 18 años que aún no sabe qué pedo con su vida tiene todavía mucho tiempo por delante para descubrirlo antes de que los prejuicios y las opiniones de los demás empiecen a tener el peso que tienen para una a la mitad de sus treintas. Después de todo, el Coronel Sanders abrió su primer restaurante casi a los 40, y no fue sino hasta los 60 que su pollo alcanzó la fama mundial y se convirtió en lo que conocemos como Kentucky Fried Chicken. Disfrutó el éxito de su trabajo por 20 años, luego murió. Inspiradora historia, pero la neta yo no quiero esperar a tener 60 años para empezar a ver el fruto de mi esfuerzo, de mi pasión de vida, y disfrutarlo brevemente.  

Luego de pensarlo por un rato, caí en cuenta de que otra vez me estaba haciendo pedos mentales yo solo. ¡Obviamente tengo metas y logros que quiero cumplir! Quiero publicar decenas de libros, aprender otros idiomas, viajar por el mundo y vivir por periodos de tiempo sumergido en diferentes culturas; a corto plazo quiero aprender a tocar guitarra, seguir aprendiendo filosofía, visitar a mi familia en Monterrey, regresar a la Universidad y, por fin, publicar mi primer libro. Grandes o pequeñas las metas están, pero no basta con eso. ¿Cuál es el plan para lograrlo? Sí, como buen obsesivo compulsivo lo tengo todo minuciosamente calculado y planeado; o al menos eso creo, y verán, mi novio es muy parecido a mí; y es por ello que estoy seguro de que no estaría conmigo si fuera un hombre sin metas de vida, o con ellas pero sin una puta idea de cómo voy a empezar a lograrlas. ¿Quién podría?, esa fue la duda que desataron las agitadas aguas llenas de preguntas en el océano de mi mente.

Por años, mi vida sentimental se ha basado, casi en su mayoría, en la admiración. Si no existe no hay atracción, al menos no más allá de la física, así de simple. ¿A poco no es maravilloso estar con alguien a quien admiras por una o varias cualidades?, ya sea que es un buen padre o madre, esposo o esposa, por su bondadoso corazón, por su incansable esfuerzo para seguir creciendo, por su talento artístico, profesional o por las ganas inmensas de comerse el mundo. Pero es aun más chingón estar con alguien que no sólo sabe lo que quiere, también sabe cómo alcanzarlo. Si bien nunca es tarde para descubrirlo e iniciar a trazar un plan, es importante hacerlo. Los años pasan, la edad apremia y el tiempo que tenemos para disfrutar de hacer lo que amamos y lograr lo que tanto queremos no va en aumento. Yo a mis 31 puedo afirmar que en lo personal no existe alguien más atractivo que alguien con sueños, con metas, con planes en bosquejos o completamente trazados.

No se trata de miedo a descubrir lo que realmente queremos, se trata de miedo a no saber cómo empezar a lograrlo, de flojera, de falta de motivación y de conformismo. Existen nadadores sin brazos, corredores sin piernas, modelos de tallas extras; en este preciso momento toda clase de personas está allá afuera consiguiendo sus sueños, ¿qué te detiene a ti si no eres tú mismo? Sí, también existen personas que, sean padres, amigos, maestros o parejas, caen en el egoísmo de tratar de menospreciar nuestros sueños, de desanimarnos, de no aportar ni un ápice de motivación y que, al contrario, pueden llevarnos dentro del mismo abismo en el que ellos se encuentran, ese en el que le dicen a alguien que no puede sólo porque ellos no creen en sí mismos. Pero sea el caso o no, ¿qué me detiene? La respuesta es: la responsabilidad. Esa de la que les hablaba al principio. La responsabilidad de tomar nuestras propias decisiones, adueñarnos de la narrativa de nuestra propia historia y detener que otros escriban en ella para convertirlos en personajes más que en co-autores.

Yo soy de esos que pasa por esa etapa de la vida en varias ocasiones, y quiero suponer que es normal. Lo sorprendente es que después de más de un año sumido en la depresión, ansiedad y casi alejado de todos, por fin siento de nuevo que tengo metas que quiero lograr, empiezo a trazar planes y soy consciente de lo afortunado que soy por estar vivo, por tener una pareja a la que admiro y que cada día me motiva, una familia que al igual que él me ama y cree en mí, amigos que no se han ido de mi lado e increíbles lectores que siempre saben cómo sacarme sonrisas o lágrimas al contarme sus historias, y me recuerdan que nunca estoy solo. Espero que de igual manera todos sepan que tampoco lo están.

Pero basta de romance y los dejo con algo para pensar: ¿De qué sirve saber lo que quieres si no quieres esforzarte para lograrlo? Nos leemos de nuevo muy pronto.

Comments

  1. Nueva aquí, amándote y admirandote. Pequeño consejo, porfavor no me mal intérpretes, pero si tantas metas o cosas quieres hacer, porque no empiezas? Apúntate a esa clase de idiomas, visita a tu familia, planea y organiza el viaje de tus sueño con el amor de tu vida. Hazlo ahora porque si no es hoy, cuando? A veces un poco de impulsividad no le hace daño a nadie. Te adoro Roes. Comete el mundo y que nadie te detenga

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¡Gracias! Te contestaré tan pronto como pueda.

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