No te acostumbres a esperar por alguien - Parte 2.
Hace 4 años escribí “No te acostumbres a esperar por alguien” después de darme cuenta del enorme temor que le tenía a estar solo, y tras varios años de una relación inestable con alguien que en realidad jamás estuvo conmigo.
Hoy quiero retomar el tema y escribir esta segunda parte dedicada a dos amigas a las que tuve el enorme placer de volver a ver hace unos días. Dos mujeres hermosas con historias diferentes, pero que en el fondo comparten la misma situación: siguen esperando por alguien. La verdad es que no sé si siempre termino aconsejando a mis amigos porque me lo piden o por metiche, pero tengo la fortuna de ser escuchado y, al igual que lo hago aquí, de compartirles siempre un poco de lo que tantas relaciones desastrosas y patrones de conducta erróneos me enseñaron con los años.
A una de ellas le regalé el libro “Uno siempre cambia al amor de su vida. (Por otro amor o por otra vida)” de Amalia Andrade hace más de 1 año después de escuchar todos los días cómo sufría por ese ex novio que ni quiere quedarse pero tampoco tiene intención de irse. No voy a mentir, al verla de nuevo y saber que seguía atorada en la misma situación sentí coraje. Y es que es increíble cómo una mujer tan llena de chispa, inteligente, talentosa y guapa sigue permitiendo que la lastimen.
La segunda no espera por alguien en específico, pero tampoco deja de esperar con ansias a que le llegue el amor. Y al igual que la otra es tan inteligente como hermosa tanto por dentro como por fuera. El problema de ambas es que tratan demasiado y por las razones incorrectas.
Siempre he tenido un profundo respeto por esas personas disciplinadas que encuentran el tiempo y las ganas todos los días para dejar de comer porquerías mientras ven Netflix por un rato y hacer ejercicio. Neta los admiro, yo pagué 1 año de membresía y no fui más de 10 veces. Mucho tiene que ver la genética, por supuesto; puedo comer lo que sea y no subir un sólo gramo, pero por años la situación me acomplejó y mi motivación para ir al gimnasio era verme mejor para los demás. Trataba demasiado, también por las razones incorrectas.
Así como ellas, me empeñaba demasiado en gustarle a los demás, en compartir fotos o publicaciones que demostraran lo feliz que era o lo bien que me veía, esperando que algún ex novio las viera y se diera cuenta de lo que dejó ir a pesar de que yo ni siquiera lo quisiera de vuelta, o con la ilusión de que mi crush las viera y decidiera escribirme. Pero las cosas forzadas son mucho más fáciles de identificar y de nada sirve verse increíble cuando uno mismo no se la cree, cuando lo hace buscando la aceptación de alguien más por encima de la propia.
Por experiencia sé que cuando todo va bien en la vida a veces empiezas a querer alguien a tu lado con quien compartir tus triunfos, y de igual manera pasa cuando estás en el hoyo porque cuando nos sentimos mierda muchas veces deseamos tener a alguien que al menos por un momento nos haga sentir mejor. Sí, sí, existen los amigos y la familia pero saben a lo que me refiero, y hasta la persona más libre a veces despierta pensando cómo sería encontrar el amor.
Si te amas a ti mismo tanto como para no necesitar a nadie a tu lado, ¡bien por ti!, y si te amas a ti mismo y aún así sigues esperando que llegue el amor de tu vida, ¡también que bien por ti! Lo importante es que primero te ames tú, que ames tu cuerpo tal como es y si quieres cambiarlo lo hagas por ti. Que si compartes tu felicidad en redes sociales sea porque uno ama hablar de lo que lo llena, no haciéndolo para que los demás compren la idea que les quieres vender cuando tú mismo no te la has comprado.
Nadie que nos lastima una y otra vez tiene la culpa de hacerlo, la culpa es de uno por no valorarse lo suficiente y permitirlo. No olvidemos que las personas, sean amigos, compañeros de trabajo, tu pareja o hasta los mismos familiares hacen contigo lo que tú les dejas hacer. No olvidemos que estamos genéticamente diseñados para tratar de sobrevivir, que así como la confianza y el amor propio nos brindan una mejor vida también existen aquellos que deciden quitársela. Quizá los suicidas pierdan el sentido de supervivencia, pero no dejo de pensar que cuando uno decide seguir sufriendo y esperando por alguien no sólo necesita revalorizarse y enamorarse de sí mismo, también está cometiendo suicidio emocional y apagándose poco a poco.
Lo he dicho cientos de veces y lo seguiré repitiendo. Encontrar el amor sí es la meta de todo ser humano, pero es el amor por uno mismo. Así como les dije a ellas se los digo a ustedes, no sólo emocionalmente vas a estar mejor cuando realmente encuentras todo lo que necesitas en ti, todos los aspectos de tu vida también mejoran y no hay puertas que se cierren sin que el instinto de sobrevivencia te diga cómo abrir una ventana. Al final no importa si se trata del ex, del actual o del que aún no llega, en ninguno vas a encontrar lo que buscas si todavía no te encontraste tú.
Comments
Post a Comment
¡Gracias! Te contestaré tan pronto como pueda.