Los amigos se van cuando no quieren quedarse
A veces hay tantas cosas que quisiera decir y me las callo, por más que lo normal en mí es hablar sin parar; pero es que no es lo mismo hablar que comunicar y eso me queda claro. Y aunque pueda darse la impresión de que regularmente lo cuento todo la realidad es que en ocasiones es mejor cerrar la boca y reservarse ciertas cosas para uno mismo.
Por meses he descuidado a mis amistades, les escribo menos, nos vemos menos, y por lo tanto cada vez es menos lo que sabemos el uno del otro; podrían estar pasando por un mal momento y no me he dado cuenta. Entre todas esas cosas que quiero decir y no he dicho hay algunas cuantas que quisiera decirles a ellos, y me gustaría empezar por decirles que lo siento.
Siento no estar ahí para ustedes tanto como quisiera, porque aunque bien es cierto que querer es poder en ocasiones las cosas de plano se complican. Hoy la vida desde mi trinchera es diferente, mi trabajo me pone a prueba cada día y mi productividad inicia desde las 5:30 am, así que a las 10 pm mi cuerpo ya no da más de sí y desvelarme ha dejado de ser una opción. Además de eso me encuentro por primera vez en una relación estable y maravillosa que a ojos de propios y extraños parece un matrimonio, y a pesar de tener 1 año juntos en esta época del amor millennial y desechable (y casi el mismo tiempo de vivir bajo el mismo techo) no me canso de estar con él en casa con mis perros cada minuto libre que tengo del día.
Al igual que yo, muchos sabrán por experiencia propia que además del trabajo existen otras pasiones y actividades que nos llenan el alma y la agenda, la mía es escribir y acabo de iniciar la hermosa y tormentosa odisea de empezar un nuevo libro. Si a eso agregamos que ya no tengo 25 años y mi concepto de diversión es totalmente distinto la situación se pone peor, los antros me causan toda la flojera del mundo y a mis 31 prefiero quedarme en casa o hacer planes cuando aún hay luz del sol. De la misma forma me parece completamente absurdo pagar cantidades estúpidas por entrar a los lugares a comprar alcohol que en la tienda me cuesta 70% menos y a escuchar la misma música que tocaban cuando tenía 19 mientras tengo que empujar a 100 personas cuando quiero ir al baño a orinar. Mi diversión ahora se traduce en maratones de Netflix, mañanas de museos, cumplir mi reto de lectura del año, hacerme pendejo tratando de aprender algo nuevo o tener reuniones en casa con aquellos que me inyecten energía positiva en ocasiones hasta sin darse cuenta.
He cometido el acto un tanto egoísta de cerrar la puerta de mi vida personal a unos cuantos, la experiencia me ha enseñado que más que buscar llenar mis redes sociales de fotos rodeado de un montón de personas lo importante es buscar rodearse en la vida de tan sólo unas pocas, pero leales e incondicionales. Aprendí que aquellos que sinceramente se interesan por saber cómo te encuentras y conocer detalles importantes no dudaran en acercarse y preguntarlos, y aprendí también que tampoco se puede ser tan egoísta como para siempre esperar a ser buscado, y que debe procurar a los que quiere mantener cerca; pero en mi caso hasta mi madre que sabe que la amo se queja constantemente de que pasan semanas sin que la llame o le escriba, e incluso hace unas semanas que estuvo de visita pasó la mitad del tiempo sola en mi departamento porque yo estaba trabajando.
Siento no estar tanto con ustedes como quisiera, pero al mismo tiempo he descubierto quiénes en verdad quieren estar conmigo; y es que uno no puede quejarse por abandono cuando al mismo tiempo lo comete. Y también sé que existen esos amigos que, como yo, saben que no tenemos que estar en contacto todo el tiempo para estar ahí cuando el otro lo necesite porque la amistad es a prueba de sentimentalismos inmaduros. Lo siento si he hecho algo que les dé razones que los hayan llevado a alejarse o perder el interés por mi compañía, pero también he de decir que no lo siento por aquellos que se alejaron simplemente porque no pueden soportar la idea de que alguien sea verdaderamente feliz en todos los aspectos de su vida. A ustedes no puedo más que darles las gracias por poner distancia de por medio.
Quienes realmente me conocen sabrán con seguridad que en el momento en el que lo necesiten aquí estaré para escucharlos, darles ánimo cuando se sientan bajoneados, celebrar sus logros o echarme unos tragos con ustedes mientras platicamos de todo o de nada simplemente por pasar el rato. Y la verdad es que incluso hasta muchos de los que me leen y no me conocen saben que aunque tarde un poco siempre los leo y les respondo cuando se deciden a contactarme, en la distancia pero de corazón estoy ahí para ellos. Mi bandeja de entrada en el correo, mi teléfono y las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para todo aquel que con buena vibra se acerque buscando mi atención.
Hay tantas cosas que quiero contarles y no he sabido cómo hacerlo, por más que es normal en mí ser bueno con las palabras; pero es que no es lo mismo decirlo todo que ser honesto y eso me queda claro. Y aunque pueda pensarse que uno se aísla y aleja a las personas la realidad es que lo que busca hacer es acercar a aquellas que sin prejuicios, negatividad o hipocresía verdaderamente quieran ser parte de su historia de vida; sin importar si en ocasiones la trama es deprimente o el capítulo desborda felicidad, de esa que no todos se alegran al ver.
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